miércoles, 30 de septiembre de 2020

Historia de Vida.

 

En la pequeña escuelita rural había una vieja estufa de carbón muy anticuada. Un chiquillo tenía asignada la tarea de llegar al colegio temprano todos los días para encender el fuego y calentar el aula antes de que llegaran su maestra y sus compañeros. Una mañana, llegaron y encontraron la escuela envuelta en llamas. Sacaron al niño inconsciente más muerto que vivo del edificio. Tenía quemaduras graves en la mitad inferior de su cuerpo y lo llevaron urgente al hospital del condado. 

En su cama, el niño horriblemente quemado y semi inconsciente, oía al médico que hablaba con su madre. Le decía que seguramente su hijo moriría que era lo mejor que podía pasar, en realidad -, pues el fuego había destruido la parte inferior de su cuerpo. 

Pero el valiente niño no quería morir. Decidió que sobreviviría. De alguna manera, para gran sorpresa del médico, sobrevivió. Una vez superado el peligro de muerte, volvió a oír a su madre y al médico hablando despacito. Dado que el fuego había dañado en gran manera las extremidades inferiores de su cuerpo, le decía el médico a la madre, habría sido mucho mejor que muriera, ya que estaba condenado a ser inválido toda la vida, sin la posibilidad de usar sus piernas. 

Una vez más el valiente niño tomó una decisión. No sería un inválido. Caminaría. Pero desgraciadamente, de la cintura para abajo, no tenía capacidad motriz. Sus delgadas piernas colgaban sin vida. Finalmente, le dieron de alta. 

Todos los días, su madre le masajeaba las piernas, pero no había sensación, ni control, nada. No obstante, su determinación de caminar era más fuerte que nunca. Cuando no estaba en la cama, estaba confinado a una silla de ruedas. Una mañana soleada, la madre lo llevó al patio para que tomara aire fresco. Ese día en lugar de quedarse sentado, se tiró de la silla. Se impulsó sobre el césped arrastrando las piernas. Llegó hasta el cerco de postes blancos que rodeaba el jardín de su casa y con gran esfuerzo se subió al cerco. Allí, poste por poste, empezó a avanzar por el cerco, decidido a caminar. 

Empezó a hacer lo mismo todos los días hasta que hizo una pequeña huella junto al cerco. Nada quería más que darle vida a esas dos piernas. Por fin, gracias a las oraciones fervientes de su madre y sus masajes diarios, su persistencia férrea y su resuelta determinación, desarrolló la capacidad, primero de pararse, luego caminar tambaleándose y finalmente caminar solo y después correr. Empezó a ir caminando al colegio, después corriendo, por el simple placer de correr. Más adelante, en la universidad, formó parte del equipo de carrera sobre pista. Y aun después, en el Madison Square Garden, este joven que no tenía esperanzas de sobrevivir, que nunca caminaría, que nunca tendría la posibilidad de correr, este joven determinado, Glenn Cunningham, llegó a ser el atleta estadounidense que ¡corrió el kilómetro más veloz el mundo!

Ten el valor y la fuerza para tomar tus decisiones y ser constante a la hora de darles forma.

sábado, 26 de septiembre de 2020

Sábado Día de La Virgen.

 



Tomado de Wikipedia

El origen de la imagen de Santa María de la Victoria está ligado a la conquista de Málaga por parte de los Reyes Católicos que tuvo lugar en 1487. Si bien las tropas cristianas que alcanzaron la ciudad tenían la esperanza de que los habitantes se rindiesen y no opusiesen resistencia, tal y como había ocurrido en Vélez-Málaga, la realidad fue que el asedio fue más duro y se prolongó más de lo esperado. Esto, junto a los estragos del caluroso estío y la presencia de focos infecciosos o epidémicos, minó la moral de los soldados cristianos. El rey Fernando decidió entonces comunicar la situación a la reina Isabel, que se encontraba en Córdoba, y ésta se incorporó al cerco para elevar el ánimo de sus tropas.

Fue en este contexto en el que, según la tradición, la Virgen se le apareció al rey en un sueño, dándole ánimos y esperanza para culminar la empresa bélica contra los musulmanes. Le aconsejó que no abandonara y que la llegada de unos monjes al campamento anunciaría la victoria de los cristianos. La Virgen del sueño aparecía sentada, con el Niño Jesús sobre su pierna. Ambos iban coronados como rey y reina de los cielos, y la Virgen portaba en su mano derecha la palma de la victoria. Se trataba de la misma imagen que tenía el rey Fernando en su oratorio de campaña.

La tradición afirma que al poco se presentaron en el campamento unos frailes de la Orden de los Mínimos, recientemente fundada por Francisco de Paula, que venían a solicitar el permiso de los monarcas para establecerse en sus reinos. Ellos infundieron esperanza en nombre de su fundador para que continuase la reconquista.​ En las crónicas de la orden consta la llegada al campamento real de doce frailes enviados por Francisco de Paula desde el convento de Plessis-lez-Tours.

A los pocos días de este hecho, las tropas cristianas conquistaron finalmente Málaga. En agradecimiento por el triunfo, los reyes decidieron que una de las imágenes religiosas que donaron a la ciudad recibiera el título de Santa María de la Victoria, ubicándose en una ermita que se construiría en el mismo lugar donde se había situado el campamento del rey Fernando.​ Se conoce con certeza la existencia de dicha ermita: en marzo de 1491 los monarcas entregaron, para su cuidado y el culto, al ermitaño fray Bartolomé la "ermita de Nuestra Señora de la Vitoria" y las tierras colindantes, según consta en los libros de repartimientos de Málaga, reservándose ellos su propiedad y patronato tanto sobre la imagen como la capilla. Dos años después, en 1493, los Reyes Católicos la donaron mediante real cédula a los frailes mínimos y aquel se convertiría en el lugar del primer convento de la orden en España. Desde allí, y a través de sus distintas fundaciones, la orden de los Mínimos propagaría la devoción a la Virgen más allá de Málaga.​


viernes, 25 de septiembre de 2020

Salmo para orar desde el fondo del corazón

 

SALMO DE LA AMISTAD

Mi amigo y yo siempre hablamos
de ti Señor, decimos que eres
modelo de amigo digno de imitar
porque eres fiel, leal, hablas
con la verdad porque eres la verdad misma,
brindas confianza y apoyo, 
estás siempre a nuestro lado
en los momentos felices
pero también en los tristes
dando consuelo, ternura y amor.

Mi amigo y yo, Señor
siempre hablamos de ti
y te damos gracias porque eres
el amigo que nunca falla, 
muchos nos han defraudado
y hasta engañado, pero Tú no;
tu palabra es reconfortante,
veraz, sabia y llena de vida, 
por ello Señor, te llamo
Jesús amigo y me siento
entrañablemente unido a Ti.

Mi amigo y yo decimos
que Tú eres el verdadero amigo
porque Tú permaneces a nuestro lado
porque nos alimentas con tu Palabra
y con el Pan de Vida y en especial
porque has dado la vida
por nosotros en lo alto de la cruz,
eso solo lo haces Tú Jesús
porque eres nuestro amigo verdadero.

Mi amigo y yo, Señor,
siempre hablamos de ti
y te alabamos y te glorificamos,
porque en nuestras charlas
nos damos cuenta
que hemos recibido de ti,
para nosotros y nuestras familias,
muchísimas bendiciones
como prueba de una amistad sincera,
pero también nos damos cuenta
que nosotros no hemos
correspondido a tu amistad,
por ello te pedimos perdón y también
que nos ayudes a ser verdaderos
amigos, que sepamos ser leales
y que no te fallemos,
pues Tú nunca nos fallas
Jesús, Jesús amigo.

Enséñanos, Jesús amigo
a permanecer fiel al lado del hermano
que está solo y desamparado,
enséñanos a ser como Tú,
un verdadero amigo, Jesús.
Mi compañero y yo, en nombre
de muchos otros
te damos gracias por tu amistad.

miércoles, 23 de septiembre de 2020

Vidas Ejemplares.

 


“Oh Jesús, mi suspiro y mi vida, te pido que hagas de mí un sacerdote santo y una víctima perfecta”, escribió alguna vez San Pío de Pietrelcina (1887-1968), cuya fiesta se celebra hoy.

San Pío de Pietrelcina fue un fraile y sacerdote italiano, perteneciente a la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos (O.F.M. Cap.), quien recibió los estigmas de Jesucristo en las manos, los pies y el costado. San Pío de Pietrelcina se hizo célebre también por haber obrado milagros en vida y por los dones extraordinarios que Dios le concedió.

Uno de esos dones tuvo que ver con una extraordinaria capacidad para acercarse y entender el alma humana, a tal punto que muchas veces fue capaz de leer los corazones y las conciencias de quienes se acercaban a él. Esa capacidad para penetrar y desnudar el alma humana, que brotaba de la caridad que movía su corazón al servicio de la gente, lo convirtió en un confesor único. Es sabido que muchos fieles acudían a él con el propósito de confesarse, en busca de ese rostro de Dios que siempre acoge al pecador.

El Padre Pío nació en Pietrelcina, Campania (Italia), el 25 de mayo de 1887. Su nombre era Francisco Forgione pero, cuando recibió el hábito de Franciscano capuchino, tomó el nombre de “Fray Pío”, en honor a San Pío V.  A los cinco años tuvo una visión de Cristo, quien se le presentó como el Sagrado Corazón de Jesús. El mismo Jesús posó su mano sobre la cabeza del pequeño Pío. El niño, en respuesta, le prometió al Señor que sería su servidor, siguiendo los pasos de San Francisco de Asís. Desde entonces, Pío tuvo una vida marcada por una estrechísima relación con Jesús y con su Madre, la Virgen María, quien se le apareció en numerosas oportunidades a lo largo de su vida.

Cumplidos los 15 años, Pío se presenta para ser admitido como franciscano en Morcone. Eran años muy intensos, marcados por repetidas visiones del Señor, en las que le mostraba las luchas que tendría que librar contra el demonio el resto de su vida. El 10 de agosto de 1910, Pío es ordenado sacerdote. Poco tiempo después enfermó de fiebres y dolores muy fuertes, lo que obligó a sus superiores a enviarlo a Pietrelcina para que se recuperara. Años más tarde, en 1916, Pío llega al Monasterio de San Giovanni Rotondo. El Padre Provincial, al ver que su salud había mejorado, le manda permanecer en ese convento, tras cuyas paredes recibió la gracia de los estigmas.

“Era la mañana del 20 de septiembre de 1918. Yo estaba en el coro haciendo la oración de acción de gracias de la Misa… se me apareció Cristo que sangraba por todas partes. De su cuerpo llagado salían rayos de luz que más bien parecían flechas que me herían los pies, las manos y el costado”, describió San Pío a su director espiritual.

“Cuando volví en mí, me encontré en el suelo y llagado. Las manos, los pies y el costado me sangraban y me dolían hasta hacerme perder todas las fuerzas para levantarme. Me sentía morir, y hubiera muerto si el Señor no hubiera venido a sostenerme el corazón que sentía palpitar fuertemente en mi pecho. A gatas me arrastré hasta la celda. Me recosté y recé, miré otra vez mis llagas y lloré, elevando himnos de agradecimiento a Dios”, añadió.

El Padre Pío fue un hombre preocupado por los más necesitados. El 9 de enero de 1940 convenció a sus grandes amigos espirituales de fundar un hospital para curar los “cuerpos y también las almas” de la gente necesitada de su región. El proyecto tomó algunos años, pero finalmente se inauguró el 5 de mayo de 1956 con el nombre de “Casa Alivio del Sufrimiento”.

El Padre Pío partió a la Casa del Padre un 23 de septiembre de 1968, después de horas de agonía repitiendo con voz débil “¡Jesús, María!”.

San Juan Pablo II tuvo una especial admiración por él, y no son pocos los que señalan que el Padre Pío, en confesión, le predijo que llegaría a ser Papa. De acuerdo a una carta enviada por el Pontífice a los frailes de San Giovanni Rotondo unos tres años antes de morir (2002), siendo un joven sacerdote, lo conoció y se confesó con él. El contenido de dicha carta solo se pudo hacer público -de acuerdo a la voluntad del Papa- luego de su muerte en 2005. En ella, Juan Pablo II llamaba al Padre Pío “generoso dispensador de la gracia divina, siempre a disposición de todos”. Lo describe, además, como alguien lleno de receptividad y sabiduría espiritual, especialmente en la dispensación del sacramento de la penitencia.

Así, es el mismo San Juan Pablo II quien confirma la razón por la que grandes multitudes de fieles acudían al Convento de San Giovanni Rotondo a buscar al Padre Pío. Como confesor, aparentemente, trató con dureza a los peregrinos, sin embargo, éstos siempre regresaban, conscientes de su grave pecado y genuinamente arrepentidos.

Durante la canonización de San Pío de Pietrelcina, el 16 de junio del 2002, San Juan Pablo II dijo de él: “Oración y caridad, esta es una síntesis sumamente concreta de la enseñanza del Padre Pío, que hoy vuelve a proponerse a todos”.



QUÉDATE, SEÑOR, CONMIGO
(Plegaria del Padre Pío para después de la comunión)

Has venido a visitarme,
como Padre y como Amigo.
Jesús, no me dejes solo.
¡Quédate, Señor, conmigo!

Por el mundo envuelto en sombras
voy errante peregrino.
Dame tu luz y tu gracia.
¡Quédate, Señor, conmigo!

En este precioso instante
abrazado estoy contigo.
Que esta unión nunca me falte.
¡Quédate, Señor, conmigo!

Acompáñame en la vida.
Tu presencia necesito.
Sin Ti desfallezco y caigo.
¡Quédate, Señor, conmigo!

Declinando está la tarde.
Voy corriendo como un río
al hondo mar de la muerte.
¡Quédate, Señor, conmigo!

En la pena y en el gozo
sé mi aliento mientras vivo,
hasta que muera en tus brazos.
¡Quédate, Señor, conmigo!

sábado, 19 de septiembre de 2020

Sábado. Día de la Virgen.

 


Tomado de Aciprensa

La Santísima Virgen se le apareció a San Pedro Nolasco, en 1218, recomendándole que fundara una comunidad religiosa que se dedicara a auxiliar a los cautivos que eran llevados a sitios lejanos. Esta advocación mariana nace en España y se difunde por el resto del mundo.

San Pedro Nolasco, inspirado por la Santísima Virgen, funda una orden dedicada a la merced (que significa obras de misericordia). Su misión era la misericordia para con los cristianos cautivos en manos de los musulmanes. Muchos de los miembros de la orden canjeaban sus vidas por la de presos y esclavos. Fue apoyado por el rey Jaime el Conquistador y aconsejado por San Raimundo de Peñafort.

San Pedro Nolasco y sus frailes muy devotos de la Virgen María, la tomaron como patrona y guía. Su espiritualidad es fundamentada en Jesús el liberador de la humanidad y en la Santísima Virgen, la Madre liberadora e ideal de la persona libre. Los mercedarios querían ser caballeros de la Virgen María al servicio de su obra redentora. Por eso la honran como Madre de la Merced o Virgen Redentora.

En 1272, tras la muerte del fundador, los frailes toman oficialmente el nombre de La Orden de Santa María de la Merced, de la redención de los cautivos, pero son más conocidos como mercedarios. El Padre Antonio Quexal en 1406, siendo general de la Merced, dice: "María es fundamento y cabeza de nuestra orden".

Esta comunidad religiosa se ha dedicado por siglos a ayudar a los prisioneros y ha tenido mártires y santos. Sus religiosos rescataron muchísimos cautivos que estaban presos en manos de los feroces sarracenos.

El Padre Gaver, en 1400, relata como La Virgen llama a San Pedro Nolasco y le revela su deseo de ser liberadora a través de una orden dedicada a la liberación.

Nolasco le pide ayuda a Dios y, en signo de la misericordia divina, le responde La Virgen María diciéndole que funde una orden liberadora.

Desde el año 1259 los padres Mercedarios empiezan a difundir la devoción a Nuestra Señora de la Merced (o de las Mercedes) la cual se extiende por el mundo.

Oración

“MARIA DE LAS MERCEDES
REINA DE CIELOS Y TIERRA

Tú me levantas caído
si triste, tú me consuelas
si estoy enfermo me sanas
y si débil, me das fuerzas,
porque eres maná del alma
que todo sabor encierra

EN LA VIDA Y EN LA MUERTE
AMPARANOS MADRE NUESTRA”

Amén

jueves, 17 de septiembre de 2020

Adoración al Santísimo Sacramento.

 


Oración de San Alfonso María Ligorio

Señor mío Jesucristo, que por amor a los hombre estás noche y día en este sacramento, lleno de piedad y de amor, esperando, llamando y recibiendo a cuantos vienen a visitarte: creo que estás presente en el sacramento del altar. Te adoro desde el abismo de mi nada y te doy gracias por todas las mercedes que me has hecho, y especialmente por haberte dado tu mismo en este sacramento, por haberme concedido por mi abogada a tu amantísima Madre y haberme llamado a visitarte en este iglesia.

Adoro ahora a tu Santísimo corazón y deseo adorarlo por tres fines: el primero, en acción de gracias por este insigne beneficio; en segundo lugar, para resarcirte de todas las injurias que recibes de tus enemigos en este sacramento; y finalmente, deseando adorarte con esta visita en todos los lugares de la tierra donde estás sacramentado con menos culto y abandono.

Amén

miércoles, 16 de septiembre de 2020

Virgen de Las Lajas.

Seguimos acompañando a la Virgen Santísima, hoy 16 de Septiembre, en la advocación de Nuestra Señora de las Lajas. Oremos, cantemos y rindamos veneración a la Madre de Dios y madre nuestra.

Nuestra Señora de las Lajas

María Madre de Dios

En los límites entre Colombia y Ecuador hay un santuario hermosísimo, maravilla de quienes lo visitan. Allí se venera la imagen de nuestra Señora de las Lajas, y miles y miles de peregrinos de los dos países la visitan cada año y obtienen maravillosos favores de Dios.

Cuenta la tradición que una india iba por aquellos campos buscando leña cuando observó unos resplandores en una roca. Se acercó y vio pintada en la piedra una bella imagen de la Sma. Virgen del Rosario. Dio la noticia al Señor Cura de Ipiales el cual se trasladó allí con varios vecinos y al contemplar tan bella y atrayente imagen se propuso construir en el sitio un templo a Nuestra Señora.

Sigue contando la tradición que aquella india, Juana Mueses, llevaba sobre sus espaldas una hija llamada Rosa, que era sordomuda, y que la niñita al ver la sagrada imagen pronunció el dulce nombre de María, y quedó curada de su mudez y de su sordera.

La santa imagen representa a la Virgen del Rosario, con sus dos grandes devotos: Santo Domingo y San Francisco. Allí junto a ella se han obrado milagros impresionantes, y por eso es visitada por tan inmenso número de peregrinos. Siempre tenemos que recordar que quien hace el milagro no es la imagen que es pintura y materiales sin vida, sino Dios Santísimo, quien al ver la fe de los devotos y al oír los ruegos que la Madre Santísima le hace por ellos, les concede toda clase de bendiciones y ayudas.

El nombre de "Lajas" proviene de unas piedras muy lisas, llamadas así, y que componen todos aquellos alrededores. Este sitio es un cañón rocoso profundo e impresionante. El templo es de estilo gótico y su presencia es imponente y majestuosa, proporcionada a la solemne majestuosidad de aquellos impresionantes abismos.

Uno de los más populares benefactores del templo de las Lajas fue "el ciego Rivera", quien sin la luz de sus ojos recorrió campos, pueblos y ciudades mendigando dinero para comprar materiales con los cuales construirle el santuario a Nuestra Señora. Es el amor a la Madre que no repara en sacrificios con tal de poder levantarle un templo digno de tan Gran Benefactora. Nos podemos imaginar cómo le habrá recompensado Ella en la eternidad.

El arquitecto Espinoza la construyó con obreros que no sabían nada de construcción. Labradores campesinos a los cuales él tenía que enseñarles desde el modo como se hace una formaleta hasta la proporción en que hay que mezclar la arena y el cemento. Pero la buena voluntad pudo más que las dificultades que se presentaban. Y trabajando fueron aprendiendo.

Qué hermoso que cuando nos presentemos a Jesucristo en el día del juicio para que nos señale nuestro puesto en loa eternidad, le podamos oír decir: "He oído a mi Madre hablar bien de ti".

Oración

Nuestra Señora de las Lajas, con la confianza más grande y con el amor más puro nos dirigimos a Ti, sabiendo que en el calor de tu abrazo el afligido encuentra consuelo, el desvalido encuentra auxilio, el enfermo encuentra el remedio, el pobre recobra la esperanza y perdón el pecador. 
Sabemos que a todos nos escuchas y que quieres acompañarnos, ayúdanos mientras peregrinamos por la tierra. 
Atiende nuestras súplicas, que surgen desde el fondo de nuestros corazones y alcánzanos de tu Divino Hijo las gracias y bendiciones para llevar una buena vida y obtener una santa muerte.
Dulce Madre nuestra, guárdanos de los peligros, asístenos en las tribulaciones, socórrenos en las necesidades, bendícenos y ayúdanos en esta vida. Alcánzanos la gracia de poder cantar las alabanzas y dar gloria a Dios en el cielo.
Amén


martes, 15 de septiembre de 2020

Virgen de Los Dolores.

 


Acompañemos hoy y siempre, pero muy especialmente en este día, a María en su sentimiento de dolor por la pasión y muerte de su hijo Jesucristo

Tomado de Calendario Mariano. Corazones.org

El misterio de la participación de la Virgen madre dolorosa en la pasión y muerte de su Hijo es probablemente el acontecimiento evangélico que ha encontrado un eco más amplio y más intenso en la religiosidad popular, en determinados ejercicios de piedad (Vía crucis, Vía Matris...) 

Pero el dolor de la Virgen, aunque encuentra en el misterio de la cruz su primera y última significación, fue captado por la piedad mariana también en otros acontecimientos de la vida de su Hijo en los que la madre participó personalmente. En general, se suele considerar el dolor de la Virgen en la infancia de Jesús y no sólo en su pasión. La meditación cristiana captó y en cierto modo fue codificando progresivamente a lo largo de los siglos siente sucesos dolorosos, siete episodios bíblicos en los que está atestiguada expresamente o intuida por la tradición la participación de María. Se recuerda la subida al templo de José y de María para presentar allí a Jesús a los cuarenta días de su nacimiento, con la relativa profecía del anciano Simeón: “Una espada atravesará tu alma” (Lc. 2, 34-35). Espada que es, “según parece, la progresiva revelación que Dios le hace de la suerte de su Hijo”; espada que penetrando en María le hará sufrir; espada que penetrando en María le hará sufrir; espada símbolo del camino doloroso de la Virgen, que en la tradición posterior será asumida como signo plástico de los dolores sufridos por la madre del redentor y representada luego en número de siete puñales clavados en el corazón de la Virgen. 

El camino de fe de la Virgen se vio muy pronto marcado por un nuevo suceso doloroso: la huida a Egipto con Jesús y José (Mt. 2, 13-14). Y una vez más, durante la infancia de Jesús, el suceso de la pérdida en Jerusalén y la búsqueda ansiosa y dolorida de María y de José (Lc 2, 43ss), que se concluirá con el hallazgo del Hijo en el templo, nuevo motivo de meditación y de interpretación sobre la voluntad de Dios en el corazón de la madre. La contemplación de la tradición ha querido descubrir en la subida de Jesús con la cruz al Calvario la experiencia síntesis del camino de fe de la madre, y aunque los evangelios no mencionan nada de eso, la piedad tradicional ve también la presencia de María en el encuentro de Cristo con las mujeres (Lc 23, 26-27). 

Como ya se ha dicho, es en el acontecimiento de la crucifixión donde encontramos el significado primero y último de la Dolorosa: “Estaban en pie junto a la cruz de Jesús su madre, María de Cleofás, hermana de su madre, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo que él amaba, dijo a su madre: Mujer, he ahí a tu hijo. Luego dijo al discípulo: He ahí a tu madre” (Jn. 19. 25-27a). Y una vez más la devoción de los fieles quiso prolongar la participación amorosa de la madre en la muerte redentora del Hijo recordando, como en un díptico, la acogida en el regazo de María de Jesús bajado de la cruz (Mc 15, 42), acontecimiento objeto de atención particular por parte de pintores y escultores, y la entrega al sepulcro del cuerpo exánime de su Hijo (Jn 19, 40-42a).

Oración a La Virgen de Los Dolores

Señora y Madre nuestra: tu estabas serena y fuerte junto a la cruz de Jesús. Ofrecías tu Hijo al Padre para la redención del mundo.
Lo perdías, en cierto sentido, porque El tenía que estar en las cosas del Padre, pero lo ganabas porque se convertía en Redentor del mundo, en el Amigo que da la vida por sus amigos.
María, ¡qué hermoso es escuchar desde la cruz las palabras de Jesús: "Ahí tienes a tu hijo", "ahí tienes a tu Madre".
¡Qué bueno si te recibimos en nuestra casa como Juan! Queremos llevarte siempre a nuestra casa. Nuestra casa es el lugar donde vivimos. Pero nuestra casa es sobre todo el corazón, donde mora la Trinidad Santísima. Amén.

sábado, 12 de septiembre de 2020

Sábado. Día de La Virgen.

 Santísimo Nombre de María

Hoy es la fiesta del Santísimo Nombre de María, luz que ilumina los cielos y la tierra

Tomado de Aciprensa

Cada 12 de septiembre la Iglesia celebra el Santísimo Nombre de la Madre de Dios: “María”. Así lo consigna San Lucas en su Evangelio, para veneración de todos los cristianos: “el nombre de la virgen era María” (Lc. 1, 27).

En el libro “El secreto admirable del Santísimo Rosario”, san Luis María Grignion de Montfort cuenta que la Virgen se le apareció a santa Matilde, llevando sobre el pecho la salutación angélica escrita en letras de oro, y le dijo: “El nombre de María, que significa Señora de la luz, indica que Dios me colmó de sabiduría y luz, como astros brillantes, para iluminar los cielos y la tierra”.

Desde antiguo, y a lo largo de la historia de la salvación, siempre se ha tenido un respeto especial por la manera como una persona es “nombrada”. El nombre de una persona es considerado como algo lleno de significado. El Catecismo de la Iglesia Católica (nn. 2158-2159), señala lo siguiente: “el nombre de todo hombre es sagrado. El nombre es la imagen de la persona. Exige respeto en señal de la dignidad del que lo lleva… El nombre recibido es un nombre de eternidad. En el reino de Dios, el carácter misterioso y único de cada persona marcada con el nombre de Dios brillará a plena luz”.

En consecuencia, si el nombre de los hombres comunes merece respeto, con mayor razón los cristianos estamos llamados a honrar los santos Nombres de Jesús y de la Virgen María.

“En el calendario de la Iglesia se recuerda hoy el Nombre de María. En ella, que estaba y está totalmente unida al Hijo, a Cristo, los hombres han encontrado en las tinieblas y en los sufrimientos de este mundo el rostro de la Madre, que nos da valentía para seguir adelante… A menudo entrevemos sólo de lejos la gran Luz, Jesucristo, que ha vencido la muerte y el mal. Pero entonces contemplamos muy próxima la luz que se encendió cuando María dijo: "He aquí la sierva del Señor". Vemos la clara luz de la bondad que emana de ella. En la bondad con la que ella acogió y siempre sale de nuevo al encuentro de las grandes y pequeñas aspiraciones de muchos hombres, reconocemos de manera muy humana la bondad de Dios mismo. Con su bondad trae siempre de nuevo a Jesucristo, y así la gran Luz de Dios, al mundo. Él nos dio a su Madre como Madre nuestra, para que aprendamos de ella a pronunciar el "sí" que nos hace ser buenos” (Homilía del Santo Padre Benedicto XVI, Fiesta litúrgica del Dulce Nombre de María, sábado 12 de septiembre de 2009).

Oración para invocar el Dulce Nombre de María

¡Madre de Dios y Madre mía María!
Yo no soy digno de pronunciar tu nombre;
pero tú que deseas y quieres mi salvación,
me has de otorgar, aunque mi lengua no es pura,
que pueda llamar en mi socorro
tu santo y poderoso nombre,
que es ayuda en la vida y salvación al morir.
¡Dulce Madre, María!
haz que tu nombre, de hoy en adelante,
sea la respiración de mi vida.
No tardes, Señora, en auxiliarme
cada vez que te llame.
Pues en cada tentación que me combata,
y en cualquier necesidad que experimente,
quiero llamarte sin cesar; ¡María!
Así espero hacerlo en la vida,
y así, sobre todo, en la última hora,
para alabar, siempre en el cielo tu nombre amado:
“¡Oh clementísima, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!”
¡Qué aliento, dulzura y confianza,
qué ternura siento
con sólo nombrarte y pensar en ti!
Doy gracias a nuestro Señor y Dios,
que nos ha dado para nuestro bien,
este nombre tan dulce, tan amable y poderoso.
Señora, no me contento
con sólo pronunciar tu nombre;
quiero que tu amor me recuerde
que debo llamarte a cada instante;
y que pueda exclamar con san Anselmo:
“¡Oh nombre de la Madre de Dios,
tú eres el amor mío!”
Amada María y amado Jesús mío,
que vivan siempre en mi corazón y en el de todos,
vuestros nombres salvadores.
Que se olvide mi mente de cualquier otro nombre,
para acordarme sólo y siempre,
de invocar vuestros nombres adorados.
Jesús, Redentor mío, y Madre mía María,
cuando llegue la hora de dejar esta vida,
concédeme entonces la gracia de deciros:
“Os amo, Jesús y María;
Jesús y María,
os doy el corazón y el alma mía”.

viernes, 11 de septiembre de 2020

Para Reflexionar.

.El propósito de la vida | VenirACristo.org


Instrucciones dadas por Dios para vivir en esta tierra. Dios dice…
Sé como el sol, levántate temprano y no te acuestes tarde.
Sé como la luna, brilla en la oscuridad e ilumina el camino de quienes amas.
Sé como los pájaros, come, canta, bebe y vuela.
Sé como las flores, enamoradas del sol, pero fieles a sus raíces.
Se como el buen perro, obediente, pero nada más que a su señor.
Sé como la fruta, bella por fuera, saludable por dentro.
Sé como el día, que llega y se retira sin alardes
Sé como el oasis, da tu agua al sediento
Sé como la luciérnaga, que aunque es pequeña emite su propia luz.
Sé como el agua, buena y transparente.
Sé como el río, que siempre va hacia adelante.
Sé como Lázaro, levántate y anda, no seas perezoso.
Sé como San José, cree en tus sueños.

Señor, Ayúdame a llegar a donde Tú quieres que yo llegue. Sé que con tu ayuda lo lograré. Amén

jueves, 10 de septiembre de 2020

Adoración al Santísimo Sacramento del Altar

El Santísimo Sacramento - Distrito de México

ORACIÓN DE SAN AMBROSIO 

Señor mío Jesucristo, me acerco a tu altar lleno de temor por mis pecados, pero también lleno de confianza porque estoy seguro de tu misericordia. 
Tengo conciencia de que mis pecados son muchos y de que no he sabido dominar mi corazón y mi lengua. Por eso, Señor de bondad y de poder, con mis miserias y temores me acerco a Ti, fuente de misericordia y de perdón; vengo a refugiarme en Ti, que has dado la vida por salvarme, antes de que llegues como juez a pedirme cuentas. 
Señor no me da vergüenza descubrirte a Ti mis llagas. 
Me dan miedo mis pecados, cuyo número y magnitud sólo Tú conoces; pero confío en tu infinita misericordia. 
Señor mío Jesucristo, Rey eterno, Dios y hombre verdadero, mírame con amor, pues quisiste hacerte hombre para morir por nosotros. 
Escúchame, pues espero en Ti. Ten compasión de mis pecados y miserias, Tú que eres fuente inagotable de amor. Te adoro, Señor, porque diste tu vida en la Cruz y te ofreciste en ella como Redentor por todos los hombres y especialmente por mi. 
Adoro Señor, la sangre preciosa que brotó de tus heridas y ha purificado al mundo de sus pecados. Mira, Señor, a este pobre pecador, creado y redimido por Ti. Me arrepiento de mis pecados y propongo corregir sus consecuencias. Purifícame de todos mis maldades para que pueda recibir menos indignamente tu sagrada comunión. 
Que tu Cuerpo y tu Sangre me ayuden, Señor, a obtener de Ti el perdón de mis pecados y la satisfacción de mis culpas; me libren de mis malos pensamientos, renueven en mi los sentimientos santos, me impulsen a cumplir tu voluntad y me protejan en todo peligro de alma y cuerpo. Amén.

miércoles, 9 de septiembre de 2020

Práctica del Amor a Jesucristo.

 


He aquí una nueva entrega de apartes del Libro "Práctica del Amor a Jesucristo"
«Sólo por amor se ha de recibir a Jesucristo en la sagrada comunión, ya que sólo por amor se entrega Él a nosotros», dice San Francisco de Sales.  Por lo demás, con qué frecuencia haya de comulgar cada uno, negocio es éste que debe resolverse según el prudente dictamen del director espiritual.

Y San Vicente Ferrer aseguraba que más aprovecha el alma con una sola comunión que con una semana de ayuno a pan y agua.

Cosa igual decía San Francisco de Sales en su Filotea: «Dos clases de personas tienen que comulgar con frecuencia: los perfectos, por hallarse bien dispuestos, y los imperfectos, para llegar a la perfección». Pero no hay que olvidar que para comulgar frecuentemente se necesitan tener grandes deseos de santificarse y crecer en el amor a Jesucristo. El Señor dijo en cierta ocasión a Santa Ma tilde: «Cuando te acerques a comulgar, desea tener en tu corazón todo el amor que se puede encerrar en él, que yo te lo recibiré como tú quisieras que fuese».

Súplica:

Jesús mío, Jesús mío, no quiero de vos otra cosa sino a vos; ya que me habéis atraído a vuestro amor, todo lo dejo y renuncio a todo para unirme a vos, pues vos sólo me bastáis. María Madre de Dios, rogad a Jesús por mí y hacedme santo; vos que a tantos trocasteis de pecadores en santos, renovad otra vez este prodigio con vuestro siervo.


martes, 8 de septiembre de 2020

Celebremos la Natividad de la Virgen.

 


Oraciones a la Virgen. Reina Celestial

1. Oh Dios, que por la concepción Inmaculada de la Virgen María preparaste a tu hijo una digna morada, y en previsión de la muerte de Tu Hijo la preservaste de todo pecado, concédenos por su intercesión llegar a ti limpios de todas nuestras culpas. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

2. Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza. A Ti, celestial princesa, Virgen Sagrada María, te ofrezco en este día, alma, vida y corazón. Mírame con compasión y no me dejes, Madre Mía.

3. Santísima Virgen de Guadalupe Defiéndenos en las tentaciones, consuélanos en las tristezas, y ayúdanos en todas nuestras necesidades. En los peligros, en las enfermedades, en las persecuciones, en las amarguras, en los abandonos, en la hora de nuestra muerte, míranos con ojos compasivos y no te separes jamás de nosotros.

4. Oh María!, si pongo mi confianza en Ti, seré salvo; si me hallare bajo tu protección, nada he de temer, porque ser tu devoto es tener armas seguras de salvación, que Dios concede a los que quiere salvar. ¡Oh Madre de misericordia!, intercede por nosotros y en la hora de nuestra muerte recíbenos en tus brazos y presenta nuestras almas a tu divino hijo, Jesús, y esto será bastante para que El nos mire con amor y nos reciba en su reino. Amén.

5. ¡Madre, ayuda nuestra fe!
Abre nuestro oído a la Palabra, para que reconozcamos la voz de Dios y su llamada.
Aviva en nosotros el deseo de seguir sus pasos, saliendo de nuestra tierra y confiando en su promesa.
Ayúdanos a dejarnos tocar por su amor, para que podamos tocarlo en la fe.
Ayúdanos a fiarnos plenamente de él, a creer en su amor, sobre todo en los momentos de tribulación y de cruz, cuando nuestra fe es llamada a crecer y a madurar.
Siembra en nuestra fe la alegría del Resucitado.
Recuérdanos que quien cree no está nunca solo.
Enséñanos a mirar con los ojos de Jesús, para que él sea luz en nuestro camino.
Y que esta luz de la fe crezca continuamente en nosotros, hasta que llegue el día sin ocaso, que es el mismo Cristo, tu Hijo, nuestro Señor.
                                                                                    Papa Francisco.

Hoy, Jesús te dice: