El origen de la imagen de Santa María de la Victoria está ligado a la conquista de Málaga por parte de los Reyes Católicos que tuvo lugar en 1487. Si bien las tropas cristianas que alcanzaron la ciudad tenían la esperanza de que los habitantes se rindiesen y no opusiesen resistencia, tal y como había ocurrido en Vélez-Málaga, la realidad fue que el asedio fue más duro y se prolongó más de lo esperado. Esto, junto a los estragos del caluroso estío y la presencia de focos infecciosos o epidémicos, minó la moral de los soldados cristianos. El rey Fernando decidió entonces comunicar la situación a la reina Isabel, que se encontraba en Córdoba, y ésta se incorporó al cerco para elevar el ánimo de sus tropas.
Fue en este contexto en el que, según la tradición, la Virgen se le apareció al rey en un sueño, dándole ánimos y esperanza para culminar la empresa bélica contra los musulmanes. Le aconsejó que no abandonara y que la llegada de unos monjes al campamento anunciaría la victoria de los cristianos. La Virgen del sueño aparecía sentada, con el Niño Jesús sobre su pierna. Ambos iban coronados como rey y reina de los cielos, y la Virgen portaba en su mano derecha la palma de la victoria. Se trataba de la misma imagen que tenía el rey Fernando en su oratorio de campaña.
La tradición afirma que al poco se presentaron en el campamento unos frailes de la Orden de los Mínimos, recientemente fundada por Francisco de Paula, que venían a solicitar el permiso de los monarcas para establecerse en sus reinos. Ellos infundieron esperanza en nombre de su fundador para que continuase la reconquista. En las crónicas de la orden consta la llegada al campamento real de doce frailes enviados por Francisco de Paula desde el convento de Plessis-lez-Tours.
A los pocos días de este hecho, las tropas cristianas conquistaron finalmente Málaga. En agradecimiento por el triunfo, los reyes decidieron que una de las imágenes religiosas que donaron a la ciudad recibiera el título de Santa María de la Victoria, ubicándose en una ermita que se construiría en el mismo lugar donde se había situado el campamento del rey Fernando. Se conoce con certeza la existencia de dicha ermita: en marzo de 1491 los monarcas entregaron, para su cuidado y el culto, al ermitaño fray Bartolomé la "ermita de Nuestra Señora de la Vitoria" y las tierras colindantes, según consta en los libros de repartimientos de Málaga, reservándose ellos su propiedad y patronato tanto sobre la imagen como la capilla. Dos años después, en 1493, los Reyes Católicos la donaron mediante real cédula a los frailes mínimos y aquel se convertiría en el lugar del primer convento de la orden en España. Desde allí, y a través de sus distintas fundaciones, la orden de los Mínimos propagaría la devoción a la Virgen más allá de Málaga.
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