En España, la noche
del 23 de junio se celebra La Noche de San Juan víspera del nacimiento del
santo, primo de Jesús y encargado de bautizarlo en las aguas del río Jordán. Esta
celebración es tradicional en España y se hace entre hogueras, pero también se
celebra en Portugal,
Reino Unido, Dinamarca, Suecia, Finlandia, Noruega o Estonia; igualmente acogen
esta fecha entre sus festividades algunos países de América.
San Juan Bautista
es uno de las tres únicas personas que la Iglesia Católica conmemora
el día de su nacimiento en lugar del día de su muerte. Las
otras son el nacimiento de Jesús y el de
la Virgen María. Juan
estaba destinado a tener un peso importante en el transcurso de la vida de
Cristo y en el desarrollo del cristianismo en general, incluso antes de nacer,
tal cual lo conocemos todos los católicos según el Evangelio de San Lucas en el que se relata que
Isabel (la madre de Juan), anciana y estéril,
cumplió sus deseo de tener descendencia después de que el arcángel Gabriel anunciase a Zacarías, su marido,
que Isabel le daría un hijo y al que llamarían Juan. Meses más tarde, ya en
cinta, Isabel recibió la visita de María, su prima. "El niño saltó de gozo en el seno de Isabel",
relata este mismo evangelio.
La Iglesia Católica
considera a San Juan Bautista como anunciador de la venida de Dios y como su
precursor quien preparó el camino a Jesús, de quien decía que no era digno de
desatarle la correa de las sandalias. Nació el 24 de
junio, justo seis meses antes que Jesucristo. En su etapa adulta,
Juan vivió como asceta en el desierto de Judá. Era
el líder de una secta que, como muchas otras de la época, vaticinaban la
llegada de un Mesías. El bautismo tenía una gran
importancia en esta comunidad. No era una mera formalidad, el
gesto implicaba un auténtico cambio en la forma de vivir y pensar. De ahí que
se llamasen bautistas. El bautismo de Juan era un bautismo de conversión, de
transformación, de cambio en la forma de vida.
Un día, Juan
recibió en río Jordán a Jesús, quien le solicitó que le bautizase. "Soy yo quien debería ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a
mí?" (Evangelio de San Mateo, 3:14). Desde ese momento, Juan se
volvió admirador de Cristo y predicó sus hazañas, aunque por poco tiempo. Su
mensaje inquietó a las autoridades romanas y Herodes ordenó su detención.
Poco después fue decapitado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario