sábado, 4 de julio de 2020

Sábado Día de la Virgen

Virgen de Chiquinquirá
Patrona de Colombia
Julio 9

La Virgen de Chiquinquirá es una de las figuras religiosas más importantes de Colombia y se la denomina así por el municipio de Chiquinquirá, donde tuvo lugar la primera de sus manifestaciones milagrosas y donde reposa el lienzo considerado como original. Su influencia ha sido tal que incluso en Perú y Venezuela se le rinde culto. Sin embargo, nada fácil la ha tenido esta representación de la Virgen María en nuestro país desde su elaboración en el año 1560, pues pasó por el deterioro, el abandono, los efectos de la naturaleza y hasta sobrevivió a un terremoto.

En 1560, una imagen de la Virgen María, con el fin de ponerla en la capilla del municipio de Suta, fue encargada por Antonio de Santana al fraile dominico Andrés Jadraque; para lograr tal  pedido, Fray Andrés decidió viajar a Tunja y encargarle la misión al pintor español Alonso de Narváez, quien utilizó un lienzo de algodón de 1,26 x 1,13 cm., tejido por indígenas de la región, utilizando mezcla de tierra de colores y zumo de hierbas y flores. Una de las curiosidades del lienzo es que junto a la virgen aparecen dos hombres, uno es San Antonio de Padua, fraile franciscano, por ser el nombre de quien encomendó la obra y al lado izquierdo pintó al apóstol San Andrés, por ser el nombre del fraile que lo intermedió. El valor que pagó Antonio de Santana por la pintura fue de $20 pesos y la imagen fue colocada en la capilla pajiza de Suta, donde fray Andrés catequizaba a los indígenas de la región.

La misión que encomendaba Fray Andrés fue enviada a otro convento en 1574, por lo que el lugar donde se encontraba la pintura quedó prácticamente abandonado y con el tiempo sufrió el deterioro normal de aquello que queda a merced de la naturaleza. Dos años después, el lienzo fue a dar a una despensa de campo del mismo Antonio de Santana, donde se mantuvo por años de un lado a otro siendo utilizado en servicios domésticos como el de secar trigo al sol, con lo cual le causaron  varias roturas.

Tras la muerte de Santana en 1577, su esposa, Catalina, se llevó el lienzo a la aldea de Chiquinquirá junto a su familia, continuando el uso de la obra como objeto de servicio doméstico. Don Pedro de Santana, hermano del difunto Antonio de Santana, tenía una esposa llamada María Ramos quien en 1585 viajó a Tunja a buscar a su marido, pero al encontrarlo con otra mujer decidió irse a vivir con su cuñada, Catalina de Irlos, a la aldea de Chiquinquirá, donde encontró el lienzo abandonado.

María Ramos, al detectar la imagen de la virgen María en el lienzo, decidió arreglarlo y ponerlo en una especie de altar, del cual tiempo después caería de pie para iluminarse y dar muestra de la primera vez que la virgen de Chiquinquirá aparecía frente a alguien. Fue hasta el año 1816 cuando el general Manuel Serviez, comandante de las fuerzas patriotas, sacó el cuadro con toldas y se lo llevó para que protegiera a sus tropas que iban vía al Llano. Sin embargo, los soldados españoles lo alcanzaron en Cáqueza, lo atacaron y devolvieron el cuadro al Santuario. Allí, en 1821. Simón Bolívar visitó el Santuario en tres ocasiones para orar de rodillas a la virgen de Chiquinquirá.

En julio de 1967, un temblor dejó semidestruida la Basílica donde se encontraba la pintura, por lo cual al otro día tuvo que ser retirada y llevada al patio del convento de los frailes dominicos donde siguió recibiendo el culto que le tributan los peregrinos. Dos años después, tras ser reconstruida la Basílica, la imagen fue devuelta al atrio donde se celebró la eucaristía en la que se leyó el mensaje del Papa Pablo VI, se hizo la consagración oficial de Colombia a la Virgen María. El obispo de Tunja y fray Alberto Madero fueron los encargados de poner la Media Luna repujada en oro, a los pies de María, y la Imagen vuelve a ser colocada en su trono.

Oración 
Oh incomparable Señora del Rosario de Chiquinquirá!
Madre de Dios, Reina de los ángeles, abogada de los pecadores,
refugio y consuelo de los afligidos y atribulados.

Virgen Santísima, llena de poder y de bondad,
lanzad sobre nosotros una mirada favorable
para que seamos socorridos por Vos en todas las necesidades 
en que nos encontramos.

Acordaos, ¡Oh clementísima Señora del Rosario!
que nunca se oyó decir 
que alguien que haya recurrido a Vos,
invocado vuestro Santísimo nombre,
e implorado vuestra singular protección,
fuese por Vos abandonado.

Animados con esta confianza, a Vos recurrimos.
Os tomamos desde hoy y para siempre por Madre nuestra,
nuestra protectora, consuelo y guía,
esperanza y luz en la hora de la muerte.

Libradnos de todo aquello que pueda ofenderos
y a vuestro Santísimo Hijo, Jesús.
Preservadnos de todos los peligros del alma y del cuerpo;
dirigidnos en todos los negocios espirituales y temporales;
libradnos de la tentación del demonio,
para que andando por el camino de la virtud,
podamos un día vernos y amaros en la eterna gloria,
por todos los siglos de los siglos.

Amén.




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