-San Francisco de Sales
decía: «Dos clases de personas tienen que comulgar con frecuencia: los
perfectos, por hallarse bien dispuestos, y los imperfectos, para llegar a la
perfección». Pero no hay que olvidar que para comulgar frecuentemente se
necesitan tener grandes deseos de santificarse y crecer en el amor a
Jesucristo.
- El
angélico Santo Tomás dice que la caridad no sólo es la reina de las virtudes,
sino que donde ella reina trae consigo el cortejo de las demás y las endereza
todas a unir al hombre con Dios. «Oficio
propio de la caridad es unir al hombre con Dios» dice San Bernardo. He
aquí, pues, el admirable oficio de la caridad, unir al alma con Dios. Esta
virtud, además, comunica fuerzas para hacer y sufrir grandes cosas por Dios.
- San Agustín dice que nada hay tan duro que con el fuego del amor no se ablande. No hay cosa, por difícil que se la suponga, que no sea vencida por el fervor de la caridad, porque, como añade San Agustín, en aquello que se ama, o no se siente el trabajo, o el mismo trabajo se ama.
- Nótese que no basta ejecutar buenas obras, sino que hay que ejecutarlas bien. Para que nuestras obras sean buenas y perfectas es preciso hacerlas con el recto fin de agradar a Dios.
-¿Y
tú, hermano mío, en qué gastas el tiempo?... ¿Por qué lo que puedes hacer hoy
lo difieres siempre hasta mañana? Piensa que el tiempo pasado desapareció y no
es ya tuyo; que el futuro no depende de ti. Sólo el tiempo presente tienes para
obrar...
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