sábado, 30 de mayo de 2020

Pentecostés, cumplimiento de la promesa


El próximo 31 de mayo la Iglesia celebrará la solemnidad de Pentecostés. La venida del Espíritu Santo sobre María y los apóstoles. Pentecostés es una palabra de origen griego que significa cincuenta.

Jesús en la Última Cena promete enviar el Espíritu Santo para que esté con sus discípulos siempre. Esta es la Alianza del Nuevo Testamento, cincuenta días después de la resurrección de Jesús: “Estando todos reunidos en un mismo lugar, de repente vino del cielo un ruido, como el de una ráfaga de viento impetuoso que llenó toda la casa en la que se encontraban, se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo, y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse”. (Hch 2, 1-4) Desde entonces la Iglesia Católica reconoce que el Espíritu Santo es quien guía el rumbo de la Iglesia y el de cada bautizado.

La fiesta de Pentecostés es una de las más grandes que celebra la Iglesia después de Navidad y Resurrección, pues reconocemos la venida del Espíritu Santo sobre aquella primera comunidad cristiana, infundiendo en ellos los dones y carismas necesarios para perseverar en la verdad, llevar a cabo la misión encomendada por Jesús, de ser testigos, ir, bautizar y enseñar a todas las naciones. (Jn 14,15)

Esto es lo que conmemoramos en Pentecostés, que el mismo Espíritu de hace 2000 años es el que se sigue posando el día de hoy en cada miembro de la Iglesia para llevarnos a Dios y asimilar nuestras vidas cotidianas como obras del Espíritu Santo al servicio del prójimo. La fiesta de Pentecostés es un día en que los católicos tenemos la oportunidad de revivir intensamente nuestra relación con Dios, gozarnos el fruto de la Pascua que hay en nuestros corazones por la felicidad de saber que Cristo resucito en mí, que soy tan amado por Dios, que puedo vivir la experiencia de la venida del Espíritu Santo.


Por lo tanto, Pentecostés es una celebración que se debe realizar en conjunto con la comunidad bautizados, pues el Espíritu Santo nos inspira a todos. ¿Cómo lograr esto? Dejando que el Espíritu Santo se pose en nuestros corazones y actué con los dones y carismas con los que fuimos sellados el día de nuestro bautismo. Fortalecidos en la confirmación y alimentados con la Sagrada Eucaristía, vivamos un domingo de Pentecostés reconociendo que el Espíritu Santo está con nosotros hasta el fin del mundo, y hagamos nuestro el fruto de la promesa de la Nueva Alianza, prometido por Jesús y recibido por aquella primera comunidad reunida el día de Pentecostés, que también es para la Iglesia de hoy.

Celebremos está noche La Vigilia de Pentecostés con nuestros corazones abiertos,  dispuestos a la acción del Espíritu Santo en nosotros para que seamos, como los apóstoles de Jesús verdaderos testigos de Cristo resucitado.


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