miércoles, 2 de septiembre de 2020

Práctica del Amor a Jesucristo.

 


Nueva entrega de los apartes del Libro Práctica del Amor a Jesucristo.
Dice San Buenaventura que no hay devoción más apta para santificar el alma que la meditación de la pasión de Jesucristo, por lo que nos aconseja que meditemos a diario en ella si deseamos adelantar en el divino amor. Y ya antes dijo San Agustín, según refiere Bernardino de Bustis, que vale más una lágrima derramada en memoria de la pasión que ayunar una semana a pan y agua.

Del Capítulo II

CUÁNTO MERECE SER AMADO JESUCRISTO POR EL AMOR QUE NOS MOSTRÓ EN LA INSTITUCIÓN DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO DEL ALTAR 

Sabiendo nuestro amantísimo Salvador que era llegada la hora de partir de esta tierra, antes de encaminarse a morir por nosotros, quiso dejarnos la prenda mayor que podía darnos de su amor, cual fue precisamente este don del Santísimo Sacramento.

…nos dejasteis vuestro cuerpo, vuestra sangre, vuestra alma, vuestra divinidad y a vos mismo, sin reservaros nada. «Se te ha dado por entero –dice San Juan Crisóstomo–, no reservándose nada para sí». 

Según el Concilio de Trento, en este don de la Eucaristía quiso Jesucristo como derramar sobre los hombres todas las riquezas del amor que tenía reservadas. (...) Jesús quiso hacer este regalo a los hombres en la misma noche en que éstos maquinaban su muerte. San Bernardino de Siena es de la opinión de que Jesucristo, «ardiendo de amor a nosotros y no contento con aprestarse a dar su vida por nuestra salvación, se vio como forzado por el ímpetu del amor a ejecutar antes de morir la obra más estupenda, cual era darnos en alimento su cuerpo». 

Por eso Santo Tomás llamaba a este sacramento «sacramento de caridad, prenda de caridad. Sacramento de amor», porque sólo el amor fue el que impulsó a Jesucristo a darse a nosotros en él; y «prenda de amor», porque si alguna vez dudáramos de su amor, halláramos de él una garantía en este sacramento. Como si hubiera dicho nuestro Redentor al dejarnos este don: ¡Oh almas!, si alguna vez dudáis de mi amor, he aquí que me entrego a vosotras en este sacramento; con tal prenda a vuestra disposición, ya no podréis tener duda de mi amor, y de mi amor extraordinario.

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