Nuestra Señora de Los Ángeles
Desde el principio hasta el final, los ángeles jugaron un papel importante en la vida de la Santísima Virgen María.
· El ángel Gabriel le anunció a María que había sido elegida para ser la Madre de nuestro Salvador.
· Un ángel se le apareció a José y le explicó que debía tomar a María como su esposa.
· Los ángeles se aparecieron a los pastores para anunciar el nacimiento de Jesús e instruyeron a José para evitar a Herodes.
· Imaginamos a una gran cantidad de ángeles que escoltan a María al cielo y se reúnen alrededor de ella mientras es coronada Reina.
El Papa Pío XII explicó que «todo el paraíso reconoció que María era digna de recibir honor, gloria y hermandad porque está llena de gracia. En 1954 el Papa Pío XII, instituyó la fiesta Litúrgica del Reinado de María al coronar a la Virgen en Santa María la Mayor, Roma. En esta ocasión el Papa también promulgó el documento principal del Magisterio acerca de la dignidad y realeza de María, la Encíclica Ad coeli Reginam (Oct 11, 1954).
El pueblo cristiano siempre ha reconocido a María como Reina por ser madre del Rey de reyes y Señor de Señores. Su poder y sus atributos los recibe del Todopoderoso: Su Hijo, Jesucristo. Es El quien la constituye Reina y Señora de todo lo creado, de los hombres y aún de los ángeles.
San Juan Pablo II, el 23 de julio del 1997 habló sobre la Virgen como Reina del universo. Recordó que «a partir del siglo V, casi en el mismo período en que el Concilio de Efeso proclama a la Virgen ‘Madre de Dios’, se comienza a atribuir a María el título de Reina. El Santo Padre explicó que «el título de Reina no sustituye al de Madre: su realeza sigue siendo un corolario de su peculiar misión materna. Los cristianos miran con confianza a María Reina y esto aumenta su abandono filial en Aquella que es madre en el orden de la gracia».
DEVOCIÓN
La última parte de las letanías lauretanas se refiere a María como Reina de los Ángeles y Reina de todos los Santos en cada uno de sus coros, Reina del cielo, de la tierra, de la creación. Reina sin mancha y por ello asuntó al cielo en cuerpo y alma, con una sintonía social muy actual y urgente: Reina de la Paz. San Juan Pablo II también lo ha proclamado en estas letanías como Reina de las Familias, para que en su seno se conozca más y se ame mejor a su hijo. Las coronaciones de sus imágenes se han multiplicado en toda la tierra, conforme a lo que dice la Sagrada Escritura: “Se levantaron sus hijos y la proclamaron bienaventurada”. (Cfr. Prov. 31, 28.)
HISTORIA
La Madre de Dios, al concluir su vida en la tierra, fue llevada en cuerpo y alma al cielo, allí fue coronada por la Santísima Trinidad como Reina y Señora de cielos y tierra, de ángeles y hombres.
Desde entonces Ella está intercediendo constantemente y sin descanso por sus hijos. El fundamento de este título es bíblicamente confiable y seguro. Por ello la fiesta ya era pedida desde los congresos marianos de Lyon en 1900, Friburgo en 1902 y Einsielden en 1906. Con la institución de la fiesta de Cristo Rey en 1925, la inquietud y deseo de la institución de esta fiesta se fue consolidando.
En 1954, en el centenario de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción el Papa Pio XII expidió la encíclica Ad Coeli Reginam, que profundizo los fundamentos histórico – teológicos de esa festividad; así en 1955 el mismo Papa instituyó la fiesta de la Realeza de María, inscrita el 31 de mayo como para cerrar el mes de María con un broche de oro con esta celebración. Luego de la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, la festividad cambió de nombre y de fecha: Santa María Virgen, Reina, en el 22 de agosto, la octava de la Asunción, para subrayar el vínculo de la realeza con su glorificación corpórea.
ORACIÓN A MARÍA REINA DE LOS ÁNGELES
¡Oh Venerada Reina de los Cielos y Señora de los Ángeles!
Porque haz recibido de Dios el poder y la misión de aplastar la cabeza de la antigua serpiente infernal; escucha madre nuestras humildes súplicas; manda a nosotros, las santas legiones de Ángeles y que a tus órdenes combatan a los demonios, que en todos lados los combatan y los persigan hasta enviarlos de nuevo al abismo.
¿Quién como Dios?
Santos Ángeles y Arcángeles, defiéndanos y guárdenos . ¡Oh buena y tierna Madre! Que eres siempre nuestro amor y nuestra esperanza. ¡Oh divina Madre! Envía los Santos Ángeles para defendernos y rechazar lejos al demonio, nuestro mortal enemigo. Amén.
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